terça-feira, 10 de janeiro de 2012

La burocracia de la integración

Primero fue una sigla; ahora, un número. En ambos casos, el efecto marketinero supera toda política oficial. Y Brasil no ha dudado en explotarlos.
Si ser el arranque del selecto grupo de países emergentes BRIC (sigla que identifica a Brasil, Rusia, la India y China) le acarreó beneficios, el anuncio de que se transformó en la sexta economía del mundo aparece como un interesante empujón en medio de las amenazas de prolongación de la crisis mundial y de sus posibles efectos negativos sobre la región.
Más que mirar de reojo lo que ocurre en la casa del principal vecino, la Argentina debería involucrarse de modo activo ya que, aun con ritmo inestable, trabas, gestos de amor y de los otros, recelo, voluntad política y no pocas contradicciones, el proceso de integración entre ambas economías avanzó de tal manera en los últimos años que logró -a pesar de todo- acrecentar la interdependencia de manera sustancial.
Así lo explicó Dante Sica. "El rol de la economía brasileña en relación con la Argentina es esencial, y luego de tantos años de integración, con sus marchas y contramarchas, el grado de interdependencia es muy elevado. Brasil constituye el principal mercado para las exportaciones industriales; absorbe más del 80% de las exportaciones automotrices, la principal industria de la Argentina", arrancó.
El director de Abeceb.com destacó que la relevancia de Brasil también se observa en el campo de las inversiones -hoy representa casi el 20% del total de la IED en la Argentina- y en el ámbito político: "Es el socio natural con el cual consensuar las posiciones para tener un grado de representación fuerte de la región en el contexto multilateral".
Gustavo Segré, otro experto en la relación bilateral, dio su mirada desde Brasil.
"La Argentina sigue siendo un socio estratégico para Brasil, no tanto por su peso individual en el comercio brasileño como por su importancia en las negociaciones internacionales. Los gobiernos no se ven con temores o desconfianza, y esto es un paso fundamental para la integración. Se podría avanzar más en la integración, dando seguridad al otro país de que, al margen de la crisis, no se implementarán políticas de protección que puedan perjudicar al otro socio y que siempre serán respetadas las normas de la OMC."
Si bien admitió que difícilmente se puedan instrumentar en el corto plazo, el director de Center Group enumeró algunos puntos que podrían favorecer el comercio bilateral:
  • Que Brasil incluya a la Argentina como empresa nacional en el compre nacional (que permite a las empresas locales ganar licitaciones con valores hasta 25% superiores a los de empresas del exterior).
  • Que las homologaciones de productos en diversos organismos sean automáticas (mucho se avanzó pero resta mucho por hacer).
  • Que el Bndes (el Banco de Desarrollo de Brasil) pueda financiar por sus líneas Finame a bienes de capital de la Argentina
  • Que se amplíe la exportación en monedas locales (es muy tímido su uso).
Pero ¿qué falta para que la declamada alianza estratégica se corporice?
Welber Barral, ex secretario de Comercio Exterior de Brasil durante la administración Lula, y consultor en Barral M Jorge Asociados, dio su visión.
"La expresión alianza estratégica tiene impacto retórico, pero se pierde cuando no está acompañada por cambios institucionales que faciliten las políticas públicas de desarrollo", arrancó.
La Nacion le preguntó si puede esperarse "algo" tras la voluntad expresada por las presidentas Cristina Fernández y Dilma Rousseff respecto de los planes para aumentar la participación regional en el comercio (de los 71.000 millones de dólares que Brasil compra en manufacturas, US$ 37.000 millones corresponden a productos que la Argentina fabrica; sin embargo, sólo adquiere en nuestro país 6000 millones).
"Este tipo de acuerdos son importantes políticamente para crear un ambiente positivo para negocios, pero las decisiones prácticas, de tercer nivel de gobierno, son las que determinan la política comercial de hecho. Y ahí hay mucho que hacer, desde el costo logístico hasta la expansión de crédito y seguros en la región, además de impuestos y retenciones que distorsionan la competitividad de los productos regionales. Dos ejemplos: las retenciones argentinas impiden la importación de algunos petroquímicos en Brasil, mientras los incentivos de estados brasileños facilitan la entrada de productos asiáticos en detrimento de la producción regional."

KILÓMETROS... DE PAPELES

Un ejemplo citado por Barral resume la relación bilateral actual: "Una carga terrestre entre Buenos Aires y San Pablo tarda más en burocracia que en viaje".
Sica dijo que "es difícil hablar de alianza estratégica completa cuando la Argentina está preocupada con el saldo de la balanza comercial (y no creo que dude en implementar medidas de protección) y Brasil trabaja para que el superávit se logre por mejora de la competitividad y no por cierre de fronteras con medidas de protección. Los esfuerzos conjuntos para combatir el impacto de la crisis pueden ser una oportunidad para afianzar la idea de alianza estratégica. Es un momento único que tenemos en el contexto internacional".
Félix Peña cree que "las dificultades que sin duda habrá en la economía internacional en los próximos años impactarán en ambos países" y que por ello no se puede encarar la relación bilateral sólo con criterios coyunturales. De hecho, dijo que la situación puede generar un horizonte amplio de cooperación proyectada al futuro, tanto para la articulación productiva en función de los mercados de la propia región y del mundo -especialmente del Asia Pacífico-, como para el desarrollo de estrategias comerciales defensivas aprovechando con inteligencia los márgenes que brindan las reglas y los compromisos asumidos tanto en la OMC como en el Mercosur.
Serán tiempos -agregó el director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank- que exigirán mucha articulación público-privada y, en especial, un sector empresario con claros diagnósticos de sus intereses de largo plazo -y no sólo los defensivos- y con una relación fluida e intensa con sus contrapartes en Brasil, como también en los otros países del Mercosur y del espacio sudamericano.
"La forma en que el sector empresario se organice para encarar el futuro de la competencia económica global y, en particular, la articulación con Brasil, así como la calidad técnica de sus propuestas, será un factor decisivo en la capacidad del país para sacar provecho de una situación que bien diagnosticada pueda brindar enormes oportunidades", agregó Peña.
¿Cuán madura está hoy la relación bilateral? ¿Se puede/debe hablar de relación estratégica? Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Exterior y docente de la Untref, no tiene dudas.
"Tener al lado un país cuyo PBI es de 2,2 billones de dólares, cuyo intercambio comercial está por encima de los US$ 480.000 millones, que es el mayor receptor de IED en Latinoamérica y el segundo a nivel de los países emergentes, que tiene un vastísimo plan de inversiones en petróleooffshore , obras de infraestructura en puertos, caminos, trenes, aeropuertos y subtes, que es ya el tercer productor-exportador en materia alimenticia y a su vez sus empresas -un grupo significativo de ellas- son los mayores inversores en nuestro país y la región amerita claramente tener una alianza estratégica que nos potencie y les otorgue a nuestras propias empresas las posibilidades de crecer allende nuestras fronteras", dijo.
Coincidió Peña. "La relación entre la Argentina y Brasil es clave para ambos países. Son vecinos y nada de lo significativo que ocurra en el plano político o económico en uno de los dos países puede dejar de impactar en el otro. Comparten un mismo barrio y la relación entre ambos es un elemento fundamental de la gobernabilidad sudamericana, medida en términos del predominio de la paz y la estabilidad política democrática en toda la región", explicó.
Fonte: La Nacion

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